Geórgicas
Tengo frío junto a los manantiales. He subido
hasta cansar mi corazón.
Hay yerba negra en las laderas y azucenas
cárdenas entre sombras, pero ¿qué hago yo
delante del abismo?
Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad
carece de significado.
***
Entre el estiércol y el relámpago escucho el
grito del pastor.
Aún hay luz sobre las alas del gavilán y yo
desciendo a las hogueras húmedas.
He oído la campana de la nieve, he visto el
hongo de la pureza, he creado olvido.
***
Ante las viñas abrasadas por el invierno,
pienso en el miedo y en la luz (una sola
sustancia dentro de mis ojos),
pienso en la lluvia y en las distancias atravesadas
por la ira.
***
Un bosque se abre en la memoria y el olor a
resina es útil al corazón. Vi las esferas del
sudor y los insectos en la dulzura;
luego, el crepúsculo en sus ojos;
después, el cardo hirviendo ante el centeno y la
fatiga de los pájaros perseguidos por la luz.
***
Esta casa estuvo dedicada a la labranza y la
muerte.
En su interior cunden las ortigas, pesan las
flores sobre las maderas atormentadas por la
lluvia.
El cuerpo esplende en el zaguán profundo, ante
la trenza del esparto y los armarios destinados
a los membrillos y los sombras.
***
De pronto, el llanto enciende los establos.
Una vecina lava la ropa fúnebre y sus brazos
son blancos entre la noche y el agua.
***
Sobre excrementos de rebaños, subo y me
acuesto bajo los robles musicales.
Cruzan palomas entre mi cuerpo y el
crepúsculo, cesa el viento y las sombras son
húmedas.
Hierba de soledad, palomas negras: he llegado,
por fin; éste no es mi lugar, pero he llegado.
***
Yeguas fecundas en la fosforescencia.
Recuerdo el miedo y la felicidad en mis
cabellos hendidos por el relámpago; después el
agua y el olvido.
A veces veo el resplandor del monte sobre las
grandes máquinas de la tristeza.
***
Extrañeza, fulgor: el gavilán inmóvil, y la
melena del carrizo, y, sobre el agua, mis manos
ante las zarzas polvorientas.
Pongo los frutos negros en la boca y su dulzura
es de otro mundo
como mi pensamiento arrasado por la luz.
***
Vi la serenidad en los ojos de las reses
destinadas a los cuchillos industriales y los
cabellos inmóviles en la tristeza;
después, la cal, su luz en los ancianos, y
grandes grietas habitadas por lamentos.
***
Tiendo mi cuerpo sobre las maderas agrietadas
por las lágrimas, huelo la linaza y la sombra.
Ah la morfina en mi corazón: duermo con los
ojos abiertos ante un territorio blanco
abandonado por las palabras.
Georgics
I am cold beside the springs. I have climbed
until tiring my heart.
There is black grass on the slopes and purplish
lilies in the shadows, but what am I doing
in front of the abyss?
Under the silent eagles, the immensity
is meaningless.
***
Between the dung and the lightning, I hear the
shepherd's cry.
There is still light on the hawk's wings
and I descend to the damp bonfires.
I have heard the bell of snow, I have seen the
mushroom of purity, I have created forgetfulness.
***
Before the vineyards burned by winter,
I think of fear and light (a single
substance within my eyes),
I think of rain and the distances crossed
by anger.
***
A forest opens in memory and the smell of
resin is useful to the heart. I saw the spheres of
sweat and the insects in the sweetness;
then, the twilight in their eyes;
later, the thistle boiling before the rye and the
fatigue of the birds pursued by the light.
***
This house was dedicated to farming and
death.
Inside, nettles proliferate, flowers weigh
down on the wood tormented by the
rain.
The body gleams in the deep hallway, before
the esparto braid and the cabinets destined
for quinces and shadows.
***
Suddenly, crying ignites the stables.
A neighbor washes the funeral clothes and her arms
are white between the night and the water.
***
On the droppings of flocks, I climb and lie down
under the musical oaks.
Doves cross between my body and the
twilight, the wind ceases and the shadows
are damp.
Grass of solitude, black doves: I have arrived,
finally; this is not my place, but I have arrived.
***
Fertile mares in the phosphorescence.
I remember fear and happiness in my
hair split by lightning; then the
water and the forgetfulness.
Sometimes I see the mountain's glow over the
great machines of sadness.
***
Strangeness, brilliance: the motionless hawk, and the
reed's mane, and, over the water, my hands
before the dusty brambles.
I put the black fruits in my mouth and their sweetness
is from another world
like my thoughts swept away by the light.
***
I saw the serenity in the eyes of the cattle
destined for industrial knives and the
immovable hair in sadness;
then, the lime, its light on the elderly, and
great cracks inhabited by laments.
***
I stretch my body over the wood cracked
by tears, I smell the linseed and the shadow.
Ah, the morphine in my heart: I sleep with
open eyes before a white territory
abandoned by words.
(Translations by Jorge R. G. Sagastume)